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martes, 1 de diciembre de 2009

Sobre el lenguaje en el periodismo cientifico

Por Manuel Calvo
Número 43
Sueño con un mundo en el que se muriera por una coma
Ciorán
¿Está devaluado el lenguaje?
Cualquier análisis del estilo periodístico debe ir forzosamente
precedida de un recordatorio sobre la necesidad de corrección del
lenguaje y, en lo que se refiere a los países de habla castellana,
la manifestación de un cierto desprecio hacia el lenguaje, de
negativas consecuencias culturales y profesionales. Se pierden el
amor a las palabras y la preocupación no ya por escribir bien,
sino por expresarse correctamente.
Para las nuevas generaciones habría que recordar las conocidas
frases de Pedro Salinas sobre el lenguaje: "Sentiremos mejor lo
que sentimos, pensaremos mejor lo que pensamos, cuanto más
profunda y delicadamente conozcamos sus fuerzas, sus primores,
sus infinitas aptitudes para expresarnos". En su célebre
conferencia sobre "Defensa del Lenguaje", pronunciada el 24 de
mayo de 1944 en la Universidad de Puerto Rico, tiene estas
frases impresionantes, que hoy serían mucho más duras todavía:
¿Tiene derecho ninguna generación a descuidar o
abandonar esta santa misión transmisora de su
lengua, por flojedad o por inconsciencia? ¿Puede una
generación aceptar la cínica postura de legar a sus
hijos menos patrimonio espiritual que el que recibió
de sus padres?
Se ha dicho que la devaluación del lenguaje es tan grande como
la de la moneda. El académico Lázaro Carreter llegaba más lejos:
"Millares de manazas y chapuceros están maltratando el
lenguaje. Basta leer con atención gran parte de lo que se o se
escribe para consumo público: aunque en una ojeada superficial
parezca sano, fijando la mirada se advierte que, en grandes
zonas, el tejido está fofo, exangüe y agusanado".
Aunque ello no sea ningún consuelo, recordemos que este
deterioro idiomático de los medios informativos no afecta
solamente al idioma castellano. Hermann Hesse, refiriéndose al
alemán, hablaba de "masificación degradante" y de "una jerga de
mendigos, empobrecida y piojosa". "Casi una tragedia", añadía.
Grandes escritores, en todos los tiempos, han expresado sus
quejas y sus protestas por el deterioro de sus respectivos
idiomas. En nuestro siglo, y fuera de España, uno de los más
constantes y duros ha sido Ernst Jünger. En Eumeswill (1977)
clama: "La decadencia del lenguaje no es tanto una enfermedad
cuanto un síntoma. Se estanca el agua de la vida. La palabra
tiene todavía significación, pero no sentido. Es cada vez más
Febrero - Marzo
2005
Carr. Lago de
Guadalupe Km. 3.5,
Atizapán de Zaragoza
Estado de México.
Tels. (52)(55) 58645613
Fax. (52)(55) 58645613
Cómo Combatir el Deterioro
del Idioma
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desplazada por las cifras. Es incapaz de poesía, ineficaz para la
oración. Los placeres groseros sustituyen a los del espíritu".
Jünger se queja de quienes se sienten llamados a despojar de su
follaje a la lengua y a prestigiar la jerga. "Y así, con el pretexto
de facilitar la comunicación, despojan al pueblo de su lengua".
No es necesario recordar que estos juicios de Jünger están
pensados para el alemán, donde -según me hace ver Emilio
Lorenzo- un prefijo separable de la oración principal puede
aparecer varias líneas más abajo si se incluyen oraciones
subordinadas (de relativo u otras).
El castellano -por lo menos en España- atraviesa una era de
abandono y anarquía: enseñanza deficiente, descuido en los
medios informativos, traducciones infames, muletillas y palabras
que no son signo de vitalidad, sino de incultura, y otros males
(Alfonso de la Serna).
Sintaxis defectuosa, pobreza de vocabulario, plurales bárbaros,
uso defectuoso de palabras como "alternativa", "compromiso", y
hasta "restar", desgaste de vocablos como "trascendental" y de
expresiones como "en profundidad", gerundios mal empleados,
desconocimiento de la función sintáctica de las preposiciones (el
"dequeísmo", etc.) , anglicismos ("sponsor", "nominación" y
centenares más), destrucción de la frontera silábica, exceso de
adjetivos y abundancia de tópicos, sintaxis "intransitable", que
diría García Márquez, son algunos de los males de nuestro
idioma.
En suma, un español deleznable, limitado, empobrecido,
monótono, en cuyo uso habitual declinan la metáfora, la riqueza
del léxico e incluso el bueno gusto. Nuestro idioma vive "como si
fuera una lengua amputada, agredida desde los medios de
comunicación, desde el Parlamento y desde la vida cotidiana"
(editorial de "El País", 7-12-1991).
Para el gramático y académico Rafael Lapesa, el mal verdadero
de nuestro uso lingüístico consiste en "la incorrección, la
chapucería, fomentadas por la prisa y la incultura", y que tiene su
origen en la deficiencia de la formación escolar. Para García
Yebra, el galicismo en nuestra lengua es no sólo léxico y
sintáctico, sino prosódico y morfológico.
¿Será posible que, en este campo, hayamos retrocedido? En
otros tiempos, como recuerda Francisco Ayala, la expresión
gramaticalmente correcta era cuestión de cortesía y de
urbanidad, de la que nadie se dispensaba en público. Y mucho
antes, Luis Vélez de Guevara, en su clásico El diablo cojuelo
critica con gran ingenio los errores idiomáticos de la época y cita
ejemplos de pobreza de lenguaje:
porque un consonante obliga
a lo que el hombre no piensa.
Por otra parte, no todos los expertos son pesimistas. En cuanto al
panorama general, el catedrático y académico Emilio Lorenzo me
justificaba en una carta la situación actual porque ahora son
miles los protagonistas que llegan a las tribunas, sean de la
radio, la televisión o meras "Cartas al director". ¿Cuándo han
tenido acceso los "analfabetos funcionales" a un auditorio de
millones de espectadores o radioyentes? Nada digamos -añadede
los ases del balón, los premiados en la lotería o los
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encuestados sobre la Unión Europea.
En cuanto a los periodistas, llamamientos y recriminaciones no
han tenido hasta ahora demasiado fruto, salvo en casos
ejemplares, pero aislados, como la creación del Departamento de
Español Urgente en la Agencia EFE. Se trata de un problema
grave, sobre todo si se relaciona con opiniones como la del
académico Manuel Alvar, para quien el porvenir de la lengua está
en manos de los periodistas y no de los profesores.
Otro estamento de gran influencia social y de mala conducta
idiomática suele ser el de los políticos y los funcionarios de la
Administración. En este sentido se registran algunos esfuerzos,
como la publicación de un Manual de estilo del lenguaje
administrativo (Ministerio para las Administraciones Públicas,
Madrid, 1991).
Las palabras y la lengua
Hay que decir algo sobre las palabras, que son no sólo la primera
invención del hombre, y quizá la más grandiosa, sino en este
caso nuestra herramienta de trabajo, y no sólo en la prensa
escrita, sino también en radio y televisión.
Preocupa esta cuestión a los periodistas y los medios de
información, pero debería preocuparnos a todos, aunque hemos
de reconocer que son minoría los interesados por esta cuestión,
vital para alguien cuyo oficio es expresarse.
Entre nosotros, vale la pena recordar a Ramón Gómez de la
Serna, uno de nuestros hacedores del idioma en el siglo XX. Para
Ramón, la palabra no es sólo lo que se oye, sino lo que se ve, lo
que se huele y hasta lo que se toca, y la palabra es
independiente del hombre, tiene vida propia.
Sería un ejercicio útil y enriquecedor analizar los distintos
conceptos y matices, a veces contradictorios, que esconden
palabras tan aparentemente unívocas como "revolución",
"libertad", "democracia", "pacifismo". "socialismo", "raza",
"colonialismo", "subdesarrollo", "tercer mundo", "libre comercio",
"explotación" y hasta "federalismo". "Como símbolo, la Torre de
Babel es intemporal", decía Arthur Koestler. La manipulación
semántica y la utilización de las ambigüedades del vocabulario
pueden explicarnos que muchas veces la palabra no nos remita al
objeto o a la realidad, sino a la imagen que cada uno de nosotros
tenemos de ellos.
En el periodismo, el lenguaje sufre también lo que se han
llamado "escondites" y que no son otra cosa que ocultaciones de
realidades, telones o cortinas que se interponen entre la realidad
y su expresión. Y ello puede no suceder por voluntad de quien se
expresa, sino por esa dinámica de la lengua, que hace que
muchas palabras e vacíen de contenido por el uso, mientras
surgen otras lozanas y recién estrenadas.
Quizá por estas razones se dice que las palabras son más
poderosas que los hechos. "Una palabra queda, un hecho pasa",
escribe, jugando a la paradoja, Joseph Roth, y remacha: "Los
hechos y las acciones son meros fantasmas en comparación con
la realidad, y, sobre todo, con la realidad sobrenatural de la
palabra".
El estudioso y académico Emilio Lorenzo afirma que el español
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está lleno de verbos maravillosos, sin paralelo en otras lenguas:
ensimismarse, desvivirse, escarmentar, etc.
Oscar Handlin ha puesto ejemplos de palabras cuyo significado se
explica por su contrario: así, en Estados Unidos, "blanco" significa
"no negro". Las palabras suelen ser producto de la historia o de
los conflictos de raza, religión, ideología, etc. Aunque Handlin se
refiere a la historia, sus observaciones nos sirven a quienes
hemos de enfrentarnos con problemas de expresión.
Objetivos actuales
Un texto legal estableció en España las enseñanzas mínimas de la
secundaria:
1. Capacidad de expresarse oralmente y por escrito mediante
discursos coherentes, correctos, creativos y adecuados a las
diversas situaciones de comunicación y a las diferentes
finalidades comunicativas.
2. Comprender discursos orales y escritos científicos, culturales,
técnicos, etcétera, atendiendo a las peculiaridades comunicativas
de cada uno de ellos.
3. Observar la situación lingüística -de la propia comunidad, de
España y del mundo- y estudiar las relaciones entre las diversas
lenguas del país y sus variedades como manifestaciones de su
naturaleza sociohistórica, para favorecer una actitud consciente y
respetuosa con la riqueza plurilingüe y pluricultural.
4. Utilizar y valorar el lenguaje oral y escrito como medio eficaz
para la comunicación interpersonal, para la adquisición de nuevos
aprendizajes, para la comprensión y análisis de la realidad y para
la organización racional de la acción.
5. Reflexionar sobre los distintos componentes de la lengua y
sobre el propio uso, analizando y corrigiendo las propias
producciones lingüísticas y empleando en ello los conceptos y
procedimientos adecuados.
6. Interpretar y valorar críticamente obras literarias, identificando
los elementos que configuran su naturaleza artística,
descubriendo en ellas el uso creativo de la lengua,
relacionándolas con una tradición cultural y reconociendo las
condiciones sociales de su producción y recepción.
Los tres últimos párrafos se refieren al conocimiento y valoración
de la literatura española.
Normas básicas de carácter general
Ante la imposibilidad de referirme en su integridad a un tema tan
vasto y tan complejo, he tratado de resumir algunas normas
básicas. En la bibliografía final figuran algunos textos para
quienes deseen ampliar una cuestión de tanta trascendencia en la
Comunicación, y especialmente en la comunicación de la ciencia
al público.
-En primer lugar, buscar la comprensión generalizada. Cualquier
tipo de comunicación periodística será inútil si su expresión no
coincide con el código del receptor, no sólo en lo que se refiere al
lenguaje, sino a la realidad del contexto socio?cultural en que se
produce. Como consecuencia, debe procurarse utilizar un habla
unívoca, lo menos ambigua posible, de estructura sintáctica
racional, y tratar de evitar o reducir a lo indispensable el uso de
adjetivos.
-La primera condición que la lógica impone al lenguaje es la de
ser claro y evitar la imprecisión. Una lengua puede utilizar la
ambigüedad como un recurso estilístico pero no puede ser
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imprecisa porque entonces se produce un vacío comunicativo, y
si la lengua es algo, es un sistema de comunicación (García
Domínguez, Seminario sobre El Neologismo Necesario). En este
sentido, debe tenerse en cuenta la polisemia (una palabra con
varios significados), ya que puede ser causa de ambigüedad y
prestarse a equívocos.
-Consejos de Bertrand Russell: 1º Si basta una palabra corta, no
emplear una larga. 2º Si se quiere emitir un juicio con muchas
especificaciones, deben escribirse algunas de estas en frases
separadas. 3º Evitar que el principio de la frase induzca al lector
a esperar algo que se contradiga al final con ella.
-Tener en cuenta que la acción sólo puede ser expresada por un
sujeto, un verbo y un complemento, incluso el adjetivo retrasa el
avance, reduce el brío y a veces el ritmo. En la frase enunciativa,
si consta de tres elementos, el verbo suele colocarse intercalado
y de los otros dos precede uno (el de mayor interés) y los demás
van al final.
No obstante, la construcción de la frase castellana goza de
holgura y libertad y el orden de las palabras puede depender más
de la idea o del hecho que quieran expresarse que de la rigidez
gramatical, siempre que no se conculquen las normas que
modifican el sentido de la frase y dicen, por tanto, lo contrario de
lo que queríamos decir.
-Combatir la monotonía y el tópico. Tratar de encontrar, como
aconseja Mario Benedetti, un sustantivo que nunca había
colindado con un adjetivo cualquiera; el hallazgo de una sola
palabra que transforma un lugar común en un lugar
extraordinario; la novedad de una sensación o, mejor aún, la
manera nueva de expresar una sensación trillada y hasta la
invención de una palabra.
-En el lenguaje periodístico hay que procurar la economía de
expresión y evitar el pleonasmo, la redundancia, lo superfluo, si
queremos alcanzar eficiencia y concisión. Pero sin
extremosidades, ya que la concisión máxima suele equivaler a
ambigüedad y la efectividad de una comunicación depende tanto
de que ésta sea breve como de que sea inequívoca. Como en la
función empresarial, es necesario conseguir la máxima eficacia
con el mínimo coste. Es cierto que la riqueza de vocabulario es
cualidad positiva del periodista y del escritor, pero también lo es
que con un mínimo de voces y de giros pueden expresarse
muchos matices.
El neologismo es un cambio reciente en las lenguas, afectadas,
como toda creación social, por una mutabilidad que le da vida y
permanencia, y singularmente en esta era de innovación
científica y tecnológica. Los neologismos pueden ser útiles, pero
también superfluos, y debe buscarse, en los resquicios del
diccionario, si existe algún vocablo anticuado que pueda sustituir
al recién llegado.
Ante los términos científicos y técnicos -recuerda Lázaro
Carreter-, se han desarrollado dos actitudes principales: una,
apropiárselos sin más, y decir by-pass, leasing o hardware, lo
cual se corresponde con una actitud pasiva y diríase que
acríticamente rendida ante el superior modelo norteamericano
(posición dominante entre nosotros) y otra, presentar cara ante
tal superioridad con una cierta arrogancia y tratando de
nacionalizar los tecnicismos extranjeros.
-Tengamos siempre a mano la herramienta básica, el diccionario,
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que no es, como se dice a veces, un cementerio de palabras, sino
un arsenal, una guía, una orientación, un código de referencia,
una garantía e incluso un libro de lectura.
-Periodistas experimentados ofrecen estos criterios sobre el estilo
periodístico, recogidos por la Sociedad Interamericana de Prensa:
* Escribir frases cortas.
* Preferir lo simple a lo complicado.
* Preferir lo concreto y desechar lo abstruso.
* Usar palabras comunes.
* Omitir palabras innecesarias.
* Emplear verbos en voz activa.
* Redactar con sencillez, naturalmente.
-Habría de añadirse el cuidado con el mal uso de gerundios,
preposiciones, relativos, etc. Recordemos que el diccionario de la
Real Academia llama "gerundiano" al estilo "hinchado y ridículo" y
que una segunda acepción de la palabra "gerundio", (advirtiendo
que es voz en desuso) en este mismo diccionario, dice así:
"Persona que habla o escribe en estilo hinchado, afectando
inoportunamente erudición e ingenio".
-Debe tenerse en cuenta, asimismo, que el idioma no se aprende
por mera impregnaciòn del ambiente, por simple contagio. Como
aconseja el Manual de español urgente, editado por la Agencia
Efe, se debe estudiar poniendo atención en la lectura de buenos
escritores, y desconfiando del propio conocimiento.
-El mexicano Fernando del Río afirma algo que pudiéramos
suscribir muchos de quienes hemos dedicado la vida al
periodismo, si bien debe tenerse en cuenta que puede no ser
adecuado para todos, ya que cada uno se va creando sus
métodos, sus sistemas y hasta sus manías:
Perdamos el miedo a escribir; no nos quedemos
viendo la hoja de papel en blanco porque "no
sabemos cómo empezar". Sencillamente, escribamos
lo que pensamos en ese momento, tal como se nos
venga a la mente. Las mejoras vendrán con la
corrección y la revisión del texto... El único secreto
de la buena redacción ni siquiera es secreto: es
corregir una y otra vez.
-Ernst Jünger, en sus Radiaciones. Diarios de la Segunda Guerra
Mundial, intercala con frecuencia observaciones sobre el estilo.
He aquí algunos ejemplos, en los casos en que, aun habiendo
formulado tales observaciones para el idioma alemán, son
aplicables al castellano y a los abusos que cometemos:
* El uso del punto y coma, que considera el sustituto necesario
del punto en aquellos casos en que la frase prosigue su marcha
lógica.
* La defensa del sustantivo (en ello coincide con Azorín), que es,
"en todos los casos", más enérgico que el empleo de formas
verbales. En general, afirma, poseen más fuerza los verbos que
se derivan de sustantivos; por el contrario, los sustantivos
derivados de formas verbales son más flojos.
* Elogio de la exigencia de Schopenhauer de no introducir frases
de relativo en la frase principal, sobre todo por lo que se refiere a
la conducción clara y lógica de los pensamientos y a su
secuencia. En cambio, la presentación de imágenes y la
participación en ella puede incrementarse incluso con la inserción
de frases de relativo.
* El uso del pluscuamperfecto durante párrafos largos hace
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leñoso, rígido el texto. Es recomendable contentarse con el
imperfecto, a costa de la exactitud gramatical, y hacer sonar de
vez en cuando el pluscuamperfecto.
Sugerencias para informar sobre el conocimiento
Además de otros recursos son útiles otras posibilidades ofrecidas
por el lenguaje, como la metáfora, la hipérbole, la analogía, la
transposición, la parábola, la ironía. Aquí se habla de algunos de
ellos. Debe tenerse en cuenta que a veces estas clasificaciones
tienen propósitos didácticos y pueden no responder a la realidad,
ya que en unos casos se solapan (como les gusta decir a los
ingenieros) y en otros son tan tenues las diferencias y los límites
que pueden confundirse y en ocasiones ser conceptos
equivalentes. Ante todo, unas breves definiciones.
ANALOGIA: relación de semejanza.
METAFORA: traslado de sentido por sustitución analógica.
PARADOJA: algo que va en contra de la opinión común o de lo
establecido.
TRANSPOSICION: figura que consiste en alterar el orden normal
de las voces en la oración, pero que aquí se utiliza con un sentido
más amplio: trasladar hechos o conceptos a otras áreas del
pensamiento o de la acción y a conceptos o magnitudes
familiares para el hombre medio y que ayudan a la comprensión.
En mi vida profesional he escuchado imágenes que me han
llamado la atención. Por ejemplo, si los fragmentos de ADN
pudieran estirarse sin romperse, sólo el de uno de nosotros sería
suficiente para ir al Sol y volver.
El científico y divulgador David Suzuki, canadiense, que trabajó
durante tres decenios sobre la mosca del vinagre, llega a la
conclusión de que, en gran medida, los cambios que se producen
en nuestras vidas son similares a las diferentes etapas por las
que atraviesa la vida de una mosca: legado genético, óvulo
inicial, recién nacido, fases de maduración, etc.
Hay metáforas y paradojas muy válidas para la explicación de los
hechos científicos. Los autores de Une logique de la
communication (1967) dan la siguiente definición de paradoja:
una contradicción que se plantea al concluir una deducción
correcta a partir de premisas consistentes. Ortega dedica un
capítulo a la metáfora en su Ensayo de estética, y para predicar
con el ejemplo llama a la metáfora "bomba atómica mental".
Jurdant cita algunas de ellas: "metales que no existen aún"
(¿còmo se puede hablar de cosas que no existen?), "soñar antes
de nacer", "el álgebra de lo imposible", "los rayos cósmicos,
mensajeros de la galaxia", "la luz de mañana es ya sólida"
(combinación de dos paradojas), etc. Borges afirma, quizá con
alguna exageración, que las metáforas realmente eficaces son
siempre las mismas: la comparación del paso del tiempo con un
río y de la muerte con el sueño. Pablo Neruda y Federico García
Lorca son también maestros en el uso de la metáfora.
En cierta ocasión, Einstein respondió a un entrevistador con esta
metáfora: "Somos como un muchachito que entra en una
biblioteca inmensa, cuyas paredes están cubiertas de libros
escritos en muchas lenguas distintas. El niño sabe que alguien ha
de haberlos escrito, pero no sabe ni quién ni cómo. Tampoco
comprende los idiomas en los que están escritos. Pero observa un
orden claro en su clasificación, un plan misterioso que no
comprende pero que sospecha vagamente. Esta es en mi opinión
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la actitud frente a Dios de la mente humana, incluso de la mejor
y más preparada" (Gardner, 1989).
Para terminar con este epígrafe, un consejo de amigo a los
lectores: que relean Alturas de Machu Picchu, de Neruda (una de
las más impresionantes colecciones de metáforas en nuestra
lengua) y la Historia de la eternidad, de Borges, donde se
registran preciosas metáforas.
Las transposiciones, las reducciones de hechos y cifras a escalas
más accesibles a nuestra comprensión y a nuestra imaginación,
sirven para llegar mejor al público. La referencia a conceptos o
magnitudes que sean de conocimiento público o con los que el
hombre medio esté familiarizado, ayudará a la comprensión. He
aquí un ejemplo de cómo se consiguió, hace algunos años,
ofrecer ciertas nociones válidas sobre la distribución de razas y
religiones en el mundo:
Reduzcamos el mundo a una aldea de cien
habitantes. Los blancos serán 31 y los no blancos,
69. Habría 33 cristianos (23 católicos y 10
protestantes), y los otros 67 serían judíos,
musulmanes, budistas, hindúes, sintoístas y otros no
cristianos (Thomas Patrick Melady, conferencia en
Madrid, 28-3-1966).
Otro ejemplo de transposiciones e imágenes, que podría
considerarse también como metáfora e incluso como analogía,
corresponde a un Premio Nobel, el argentino Luis F. Leloir. He
aquí cómo explica, para el público, el mecanismo por el cual los
azúcares se transforman, son asimilados y proveen de energía a
las células del organismo: "Imagine usted una carretilla (el medio
de transporte, la uridina difosfato) llevando carbón (la energía, la
glucosa) que puede quemarse o acumularse en la
carbonería?hígado. En la práctica, consiste en el proceso por el
cual los alimentos, una vez ingeridos por los animales o el
hombre, se transforman en glucosa. (Entrevista en "La Nación,
de Buenos Aires, 15-11-1970).
El propio Einstein imaginó y estableció algunas paradojas en
relación con sus descubrimientos. Una de las curiosidades más
repetidas es una quintilla sobre la relatividad. En ella, a la
paradoja se añade la personificación, que en ocasiones puede ser
una metáfora:
Había una joven llamada Bright,
que viajaba mucho más aprisa que la luz.
Un día partió
por el camino de la Relatividad
y volvió la noche anterior.
Consejos de los maestros
Anoto aquí productos de reflexiones, lecturas, etc. que he creído
que pueden ser útiles para cumplir esta tarea de escribir ciencia,
que es tarea de escribir.
Sé muy bien que escribir es difícil, y que se da en muy pocos
elegidos de los dioses, pero todos debemos aspirar a ello. Escribir
no es sólo juntar y relacionar palabras, sino comunicar
sugestivamente ideas y sensaciones. Utilizando la antigua
imagen, del mismo modo que el alfarero convierte en formas
artísticas un barro que los demás nos limitamos a quitarnos de
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los zapatos, el escritor se vale de un material que está al alcance
de todos, las palabras, pero será escritor de verdad, y no mero
escribidor, si posee "la aptitud de dar a un texto la más alta
comunicabilidad emocional" (Pierre Rer, Una temporada con
Lacan).
* Lightman (1991) aconseja escribir sobre la ciencia de modo
que el resultado sea arte y para ello debemos establecer ambas
conexiones.
* En su deliciosa Historia del cerco de Lisboa, Saramago escribe
esta frase aparentemente paradójica: "...añadiéndole parte
suficiente de imaginación para hacerla más auténtica y real". Se
habla con frecuencia de la imaginación del científico y del escritor,
pero menos de la imaginación del periodista, y también la
necesita en ciertos casos.
* Describir, más que escribir, exige, como mínimo, por parte del
autor, tiempo de escritura (de hacer memoria) y de disipación de
otro interés que no sea el de la libertad y la emoción de conjugar
en un texto recreación, aventura, belleza y conocimiento.
* Un ejemplo de léxico, entre nosotros, es el de Miguel Delibes.
Torrente Ballester ha dicho de él: "Delibes se echa al campo con
su escopeta y su can, y sabe nombrar lo que le rodea, lo que le
acompaña, lo que le sale al paso. No es de los que dicen
"pájaro", "hierba", "bicho", sino que llama a cada cosa por su
nombre". Llamar a cada cosa por su nombre es, en periodismo,
uno de los más válidos objetivos, y en su vertiente de difusión de
la ciencia, un ideal al que creo que todos deberíamos tratar de
acercarnos.
Pero esto no es tarea fácil, ya que topamos con la famosa
polisemia, que se da en la lengua, pero no en el habla. En
cualquier idioma, hay palabras con sentidos muy diversos. Son
válidas, en parte, para los periodistas las proposiciones que
Ludwig Wittgenstein, en su Tractatus logico-philosophicus, y que
fueron escritas dentro de un análisis de la estructura lógica del
lenguaje y refiriéndose al campo de la ciencia (Küng, 1979):
I. Lo que se puede en general decir, se puede decir claramente.
II. De lo que no se puede hablar, se debe callar.
Y se relaciona con esta frase de Herder a Hamann, citada por
Ernst Jünger en su libro La Tijera (1990): "Cuando mis ojos sean
claros, lo será también mi estilo".
Ello implica dominar el tema y el léxico, en toda su complejidad
semántica. Cuando ello ocurra, el escritor será capaz de
encontrar otras palabras equivalentes y esto sirve como test para
saber si el periodista ha entendido el tema o no. En el primer
caso, puede encontrar equivalencias semánticas de palabras (lo
que los lingüistas llaman "capacidad de reformulación").
Ello plantea el problema del neologismo. Las lenguas se renuevan
constantemente y lo que debe evitarse no es el enriquecimiento,
sino el empobrecimiento. Ya Feijoo observaba que la censura a la
introducción de voces nuevas o extrañas se debe a que "hay muy
pocas manos que tengan la destreza necesaria para hacer esa
mezcla" (se refiere a las combinaciones nuevas o desusadas).
Referencias:
Calvo Hernando, Manuel: Periodismo Científico. Paraninfo. Madrid. 1977; 2ª,edición,
Cómo Combatir el Deterioro del Idioma http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n43/mcalvo.html
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1992.
----- El neologismo necesario. Fundación EFE, Madrid, 1992.
Gardner, Martín: Los porqués de un escriba filósofo. Tusquets, Barcelona, 1989.
Jünger, Ernst: Eumeswill. Seix Barral, Barcelona, 1980; Radiaciones. Diarios de la
Segunda Guerra Mundial. Vol. 2. Tusquets Editores, Barcelona, 1992.
Manual de Español Urgente. Agencia Efe-Ediciones Cátedra. Madrid, 1987.
"Manual de Estilo". Centro Técnico de la Sociedad Interamericana de Prensa. Nueva
York, 1965. Hoy, las grandes empresas informativas publican o actualizan sus libros
de estilo.
Russell, Bertrand: Retratos de memoria y otros ensayos. Alianza Editorial. Madrid,
1976.
Sábato, Ernesto: Uno y el Universo. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1952.
Salinas, Pedro: El Defensor. Alianza Editorial, Madrid, 1967.
Saramago, José: Historia del cerco de Lisboa. Seix Barral, Barcelona, 1990.
Suzuki, David: Metamorfosis. Etapas de una vida. Labor, Barcelona, 1990.
Dr. Manuel Calvo Hernando
Presidente de Honor de la Asociación Española de Periodismo Científico, España
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